Reproduzco aquí el artículo que Sílvia Marimon Molas publicó en el diario catalán Ara sobre mi reciente libro.
El lehendakari a quien no pudieron cazar ni franquistas ni nazis
Ingo Niebel aporta información inédita sobre la fuga de Agirre, el primer presidente de la historia del País Vasco
José Antonio de Agirre Lekube (1904-1960), el primer lehendakari de Euskal Herria, atravesó la frontera francesa con el presidente catalán, Lluís Companys, después de la caída de Catalunya. Le había prometido que así lo haría. El 7 de enero del 1941 ya hacía dos años que estaba exiliado. Aquel día cogió un tren desde Bruselas para ir a Hamburgo. Mientras iba hacia la estación, según escribiría más tarde, pensó: “Creo que soy el primer hombre que, para huir de los nazis, me voy directo hacia ellos. Esta manera poco común de salvar la vida puede proporcionarme momentos de gran interés”. No solo fue a Alemania, sino que se presentó a la policía. Eso sí, lo hizo con una identidad falsa: la de un ciudadano panameño, José Andrés Álvarez Lastra.
El historiador alemán Ingo Niebel (Colonia, 1965) conoce muy bien el País Vasco porque su padre trabajó un tiempo en Gernika y le explicó cómo los alemanes habían bombardeado la población. Está casado con una vasca y habla muy bien el castellano: “Lo aprendí para poder hablar euskera, porque no encontraba diccionarios alemán-euskera”, explica Niebel. A lo largo de más de 600 páginas sigue el periplo de Agirre, que, a diferencia de Companys, sí que escapó de la policía franquista y de la Gestapo y sobrevivió. Con material gráfico y papeles inéditos, documenta cómo fue la odisea del primer lehendakari vasco y explica la complicidad policial y represiva que hubo entre los regímenes de Franco y Hitler en A la caza del primer lehendakari (Penguin Random House).
Agirre pasó meses en Berlín desesperándose por poder salir. Las visitas a diferentes consulados eran frecuentes pero no había manera de conseguir un visado que le permitiera abandonar Alemania. Finalmente, en mayo consiguió el visado para ir a Suecia y de allá embarcar hacia Estados Unidos. Aquel mayo del 1941 también consiguió reunirse con su mujer e hijos en Berlín. En aquel momento era bastante optimista. Escribió diferentes cartas en las que decía que estaba convencido de que Hitler perdería la guerra y que Franco se encontraría en un callejón sin salida. Además, al final de guerra, preveía que los pueblos más pequeños, como el vasco y el catalán, conseguirían la independencia.
¿Cómo consiguió escapar?
“Agirre consiguió escapar de la policía alemana y española porque cortó cualquier conexión con su familia y se distanció geográficamente. Adoptó otra identidad y engañó tanto a los funcionarios del consulado alemán como a los del norteamericano”, detalla el historiador. Además, esparció el falso rumor de que estaba en Inglaterra, tuvo la ayuda de diferentes diplomáticos y disponía de recursos económicos. Su familia tenía dinero pero el lehendakari tuvo también un ventajoso aliado: el millonario Manuel de Ynchausti, que en 1939 se había ido a vivir a Nueva York y que movió todos los hilos necesarios para salvar a Agirre. Niebel cree que también fue clave la fortaleza psicológica del lehendakari, a pesar de que cometió algunas imprudencias, como ir a los funerales (le picó la curiosidad) de Alfonso XIII a principios de 1941, cuando todavía estaba en Berlín. “Leyendo su diario personal llegué a la conclusión de que podía aguantar largos periodos de incertidumbre y soledad. Lo ayudaba también la fe: cuando se hundía hacía ejercicios espirituales”, detalla el historiador alemán.
El viaje de Urraca a Berlín
Tanto Companys como Agirre estaban fichados por la Gestapo. Tenían carpetas con toda la documentación sobre los dos políticos, sus movimientos y sus ideas políticas. “El exilio republicano pero no era su prioridad”, explica Niebel. En septiembre de 1940, el entonces ministro de Gobernación y presidente de la Junta Política de la Falange, Ramón Serrano Suñer, fue a Berlín. Entre otros “técnicos”, lo acompañaba Pedro Urraca, el policía español que en agosto de aquel mismo años había detenido a Companys en La Baule-las-pins (Francia). “Urraca era un oficial de poco rango, no se entiende mucho por qué fue a esta visita, pero dos semanas después la Gestapo detenía al hermano de Agirre, Juan Mari, en Bélgica”, explica Niebel. Juan Mari era el único familiar con quien el lehendakari tenía contacto. Lo tuvieron dos semanas incomunicado y lo soltaron. “No sacaron nada pero tampoco lo torturaron físicamente. Habrían podido ordenar que lo interrogaran agentes especiales pero no lo hicieron, no les debía de interesar lo bastante”, aclara el historiador. Nunca averiguaron que José Andrés Álvarez Lastra era en realidad Agirre.
Agirre consiguió llegar a Estados Unidos, continuó siendo el presidente del gobierno vasco en el exilio y dio clases en la Universidad de Columbia. En 1946 volvió a Francia y continuó luchando contra la dictadura hasta su muerte, en 1960.
Para Niebel no ha sido fácil documentarse y ha tenido que acudir sobre todo a los archivos alemanes. No facilitar la información, dice, es una decisión política: “La Ley de Secretos Oficiales española continúa siendo el obstáculo más grande y está por ver si la Ley de Memoria Democrática mejorará la situación. Mientras tanto, tendremos que hacer caso al profesor Gómez Bravo e ir a los archivos de fuera de España para obtener un mínimo de información”. Es muy crítico también con la actitud del estado español respecto a los hechos del 1 de octubre del 2017 en Catalunya: “Un estado inflexible, que actúa como siempre, erosiona y no podrá convencer sociedades conscientes de sí mismas, como la vasca y la catalana, para que se queden en el actual sistema político”, lamenta. El historiador es muy crítico con cómo enfoca el estado español la memoria histórica y cómo desde ciertos partidos políticos se ha distorsionado la imagen del primer lehendakari y se le ha “nazificado”.
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