(KFSR, No pasarán/Ingo Niebel) En 1997 el presidente de la República Federal de Alemania, Roman Herzog, escribió una carta a los supervivientes del bombardeo de Gernika en la cual les estrechaba la mano como gesto de reconciliación. Los destinatarios y sus descendientes recuerdan con respeto este gesto porque hasta hoy en día no han recibido nada semejante desde la parte española. Por eso en el 80 aniversario de la destrucción por la Legión Cóndor, la ciudad sigue reivindicando, tal y como lo está haciendo desde 1977, “Guernica Gernikara” o sea que Madrid tenga el gesto de entregar la obra monumental de Pablo Picasso a la villa. Mirando hacia atrás, el Estado alemán puede sentirse contento de que en su día su jefe de Estado tomara la pluma y terminara así un debate sobre un gesto de reconciliación por el crimen del 26 de abril de 1937 que para la política alemana había sido un tanto vergonzoso.
Hoy en día personas de Gernika y en Euskal Herria (País Vasco) reflexionan sobre cómo podrían ser las futuras conmemoraciones. En las décadas posteriores a la muerte del dictador fascista Francisco Franco el trabajo se centraba en contrastar la mentira franquista, según la cual los vascos “rojo separatistas” habían quemado el símbolo de sus libertades. Al mismo tiempo se hicieron escuchar las voces de los supervivientes después del silencio impuesto por la dictadura.
Desde entonces Gernika es símbolo de muchos crímenes que sólo el golpe de estado fascista del 17/18 de julio de 1936 y la intervención germanoitaliana habían hecho posibles. Muchos lugares de dentro y fuera de Euskal Herria vivieron un destino similar sin que tuviera la misma repercusión. Al mismo tiempo Gernika simboliza también la liquidación del autogobierno vasco. Así se explica por qué continúa el conflicto político de Euskal Herria con Madrid y por qué, como ocurre también en Catalunya, siga existiendo el deseo por la independencia.
Negación postfranquista
La negación que muestra el postfranquista jefe de Gobierno Mariano Rajoy (PP) hacia ambas regiones se explica también con que el Estado español y la sociedad no han superado del todo la dictadura de Franco. Homenajes al régimen siguen formando parte del orden de día, como también el hecho de que las sentencias de la dictadura sigan en vigor. A ello se añade que no existe ningún “centro de documentación del franquismo” que podría compararse con la “Topografía del Terror” de Berlín o el “Centro de Documentación del Nacionalsocialismo” de Colonia. En ambos casos fueron ciudadanas y ciudadanos comprometidos quienes evitaron que se olvidaran de estos dos lugares de la represión y de la política de exterminio nazis. Que la República Federal no se ha cubierto de gloria cuando le ha tocado tratar el pasado nazi lo demuestra asimismo el desprecio hacia los y las combatientes en España (Spanienkämpfer) e integrantes de las Brigadas Internacionales. Esa actitud se reflejada también en los homenajes y las pensiones con las que la República de Bonn obsequió a los miembros de la Legión Cóndor y de la División Azul.
Dado que el Franquismo no vivió ni su Stalingrado ni su Núremberg, las consecuencias de la intervención alemana de 1936/1939 se hacen palpables hasta hoy en día y aún determinan las relaciones bilaterales. Reconociéndolo, obliga a ayudar en la “segunda democratización” del Estado español, tal y como la proponen fuerzas progresistas. Conmemoraciones bilaterales en cooperación con la investigación científica y la labor política pueden ayudar en ello.
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